lunes, 4 de octubre de 2010

Lo de ZP en Madrid

Dicen, como papagayos, las primeras figuras del PSOE que la victoria de Tomás Gómez en Madrid refuerza al partido y tal y tal… una retahíla de bobadas tan literalmente repetidas que sólo pueden proceder de un argumentario. Con lo que esos voceros están poniendo en evidencia lo que quieren negar: que han recibido doctrina y que se limitan a difundirla.
Servirá de poco, porque la derrota de Trinidad Jiménez es más un demérito de la Dirección Federal (de Zapatero, claro, o de Blanco y Pajín, si se prefiere dar una salida al líder) que un acierto del 'ex' de Parla.
Porque Ferraz ha repetido, con ‘Trini’ (la que perdió contra Gallardón, por aquella campaña de ‘la chupa’), el error que cometió con Sebastián y Simancas: creerse por encima de su gente e imponerle un 'apparatchik'.
Y es curioso el error porque la cúpula federal del PSOE ha tropezado esta vez con una cuña de su misma madera, ya que Tomás Gómez es el líder que impuso ZP a los madrileños tras el ‘Tamayazo’, como se sabe aquí.
Recapitulemos hasta 2003: Rafael Simancas no logra ser presidente de la CAM porque dos diputados de su partido –que semanas antes habían hablado con José Blanco– eluden presentarse en la votación de investidura. En un par de zancadas, esa deslealtad da la Presidencia de la Comunidad a Esperanza Aguirre y obliga a los socialistas a buscar un nuevo líder regional. Entonces, la dirección federal vuelve la vista a Parla –un desconocido municipio del cinturón sur de la capital, que se ha convertido en polo de atracción para la sociedad de bien– y encuentra allí a Tomás Gómez, el alcalde más votado de España, que resulta ser del PSOE. Gómez es admirado entre sus gentes y en su partido porque se le atribuye haber logrado que su municipio dejara de ser un rincón marginal del ‘cinturón rojo’ de Madrid; además, es un socialista ‘de nuevo cuño’ (esto es, ajeno a las andanzas de los tiempos de González y otros en La Moncloa), por lo que Ferraz le promueve a la Secretaría General del Partido Socialista de Madrid (que aprovecha la ocasión para dejar de llamarse Federación Socialista Madrileña y presentarse como otro partido).
Pasan tres años en que todo va bien, hasta que un diario informa de que unas encuestas indican que Trinidad Jiménez puede ser mejor candidata a la Presidencia de Madrid que el propio Gómez (que había dejado Parla con la condición de ser rival de Esperanza Aguirre y que sólo conoce esas encuestas cuando las publica un periódico). Mientras se lame las heridas, el ex de Parla sopesa la posibilidad de plantar cara y recuerda que todos los movimientos de Ferraz para la capital han fallado. Así, se acuerda de Sebastián –que hizo el ridículo frente a Gallardón–; de la propia Trinidad Jiménez –que también se estrelló contra el de las cejas pobladas– y de Simancas –que no fue presidente porque Ferraz desoyó la advertencia de Tamayo–. Y, con esos antecedentes a su favor, Gómez opta por dar batalla frente al cartel oficial, que entonces forman 'Trini' y Lissavetzky.
No es probable que Tomás Gómez obviara en esa decisión que hay pocos nombres tan poco convenientes para presentarse ante Madrid como el del Secretario de Estado para el Deporte, que fue el ‘renovador’ que dirigió el PSOE local cuando la batalla contra el guerrismo (o sea, cuando los casos ‘Roldán’. ‘Rubio’, ‘GAL’, etcétera). Es decir que fotografiarse con Jaime Lissavetzky en Madrid es tan poco conveniente para un político (por mucho que éste haya posado junto a los deportistas nacionales que triunfan por el mundo) como sería compartir plano hoy en Asturias con Juan Luis Rodríguez-Vigil, el presidente del Gobierno del ‘petromocho’.
El caso es que Ferraz pareció empeñarse en perder contra Gallardón (es verdad que todo es toro hasta el rabo, pero también lo es que hay comicios poco inciertos) con Lissavetzky como mascarón de proa y que apostó por ‘Trini’ para estrellarse contra Aguirre. Pero algunos se rebelaron. Y ocurrirá que Ferraz acudirá a mayo con Tomás y Jaime.
A nadie en España le importaría este revolcón que 15.000 personas (menos de las que votan en algunas comunidades de vecinos de una gran ciudad) han dado al partido hegemónico en el país si no fuera porque en esa batalla (perdida, hoy y de antemano) empeñó sus preferencias el presidente del Gobierno. Presidente del Gobierno que con esta mano fallida ha confirmado que sus responsabilidades le quedan grandes, por lo que conviene recordarle la enseñanza que ya se citaba en otro post: que sus enemigos políticos serán los que vayan detrás de él, mientras que los de enfrente sólo serán rivales. Será interesante ver cómo termina esto.

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